domingo, 2 de abril de 2017

Glenn

En su cama, el niño horriblemente quemado y semiinconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas. Había sobrevivido a un incendio en su escuela y sus extremidades se habían quemado demasiado.

Desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida. Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación de vida.

Un día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla de ruedas. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas. Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar.

Empezó a hacer lo mismo todos los días y gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,

Primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr. Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.

Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!

Nada es imposible a aquel que cree (Marcos 9:23). Para aquel que lucha con determinación por lograr lo que Dios ha depositado en su corazón. Hoy no es tiempo de rendirse, es el tiempo de respirar, tomar impulso y volver a empezar. ¡Feliz fin de semana!

jueves, 30 de marzo de 2017

¿”Quién empacó hoy tu paracaídas?”.

Charles Plumb, era piloto de un bombardero en la  guerra de Vietnam.
Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil.

El Capitán Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en  una prisión norvietnamita. A su regreso a Estados Unidos,  daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la  prisión.

Un día estaba en un restaurante y un hombre lo  saludó:

Le dijo “Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo  derribaron verdad?” “Y usted, ¿cómo sabe eso?”, le preguntó Plumb.

“Porque yo empacaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien, ¿verdad?”

Plumb casi se ahogó de sorpresa y con mucha  gratitud le respondio.
“Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí.”

Estando solo Plumb no pudo dormir esa noche, meditando:

¿“Se preguntaba Cuántas veces vi en el portaviones a ese hombre  y nunca le dije buenos días, yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero?”

Pensó también en las horas que ese marinero paso  en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

Ahora, Plumb comienza sus conferencias  preguntándole a su audiencia:

¿”Quién empacó hoy tu paracaídas?”.

Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que  nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y  espiritual.

A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se los pidamos.

Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien , o aunque sea, decir algo amable sólo porque sí.

Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién empaca tu paracaídas, y agradécelo.
Aunque no tengas nada importante que decir, envíale este mensaje a quien o a quienes alguna vez lo hicieron.
Y también mándaselo a quienes todavía no lo han hecho.

Las personas a tu alrededor notarán ese gesto, y te lo devolverán empacando tu paracaídas con ese mismo afecto
Todos necesitamos de todos, por eso demuéstrales tu agradecimiento.

A veces las cosas mas importantes de la vida solo requieren de acciones sencillas
Solo una llamada, una sonrisa, un gracias...gracias esposa o esposo por el desayuno de hoy, gracias amigo y hermano(a) por tus oraciones, gracias hijos por sus abrazos...

Gracias por empacar mi paracaídas cada dia 

Glenn

En su cama, el niño horriblemente quemado y semiinconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente habría sid...