Dios no te preguntará
los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en
ella.
Dios no te preguntará la
marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
Dios no te preguntará
cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo
Dios no te preguntará
cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor
de tu capacidad.
Dios no te preguntará
cuántos amigos
tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
Dios no te preguntará en
qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
Dios no te preguntará el
color de tu piel;
te preguntará por la pureza de tu interior.
Dios no te preguntará
por qué tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará con amor
a tu casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.
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